31 O si un rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿no se sentará primero a calcular si con diez mil soldados podrá hacer frente a quien va a atacarle con veinte mil?
32 Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos le enviará mensajeros a pedirle la paz.
33 Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que tiene no puede ser mi discípulo.
34 “La sal es buena; pero si deja de ser salada, ¿cómo volverá a ser útil?
35 No sirve ya ni para la tierra ni como abono. Simplemente se la tira. Los que tienen oídos, oigan.”