41 Nosotros padecemos con toda razón, pues recibimos el justo pago de nuestros actos; pero este no ha hecho nada malo.
42 Luego añadió:–Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.
43 Jesús le contestó:–Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda aquella tierra quedó en oscuridad.
45 El sol dejó de brillar y el velo del templo se rasgó por la mitad.
46 Jesús, gritando con fuerza, dijo:–¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!Dicho esto, murió.
47 Cuando el centurión vio lo que había sucedido, alabó a Dios diciendo:–¡No hay duda de que este hombre era inocente!