25 Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, a fin de saldar la deuda.
26 El funcionario cayó de rodillas delante del rey, rogándole: ‘Señor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’
27 El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir en libertad.
28 “Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y lo ahogaba, diciendo: ‘¡Págame lo que me debes!’
29 El compañero se echó a sus pies, rogándole: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’
30 Pero el otro no quiso, sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.
31 Esto disgustó mucho a los demás compañeros, que fueron a contar al rey todo lo sucedido.