25 Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca.
26 Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena.
27 Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!”
28 Cuando Jesús acabó de hablar, la gente estaba admirada de cómo les enseñaba,
29 porque lo hacía con plena autoridad y no como sus maestros de la ley.