14 Los seguidores de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron:–Nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia: ¿Por qué tus discípulos no ayunan?
15 Jesús les contestó:–¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.
16 “Nadie remienda un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque lo nuevo encoge y tira del vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor.
17 Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos, para que se conserven ambas cosas.”
18 Mientras Jesús les estaba hablando, llegó un jefe de los judíos, se arrodilló ante él y le dijo:–Mi hija acaba de morir, pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a la vida.
19 Jesús se levantó, y acompañado de sus discípulos se fue con él.
20 Entonces una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con hemorragias, se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su capa.