44 Los que estaban en la torre de asalto penetraron en la ciudad, y hubo allí una gran agitación.
45 Los habitantes de la ciudad subieron con sus mujeres y sus hijos a las murallas, con la ropa rasgada, y a grandes gritos ofrecieron la rendición a Simón,
46 diciéndole: «¡No nos trate usted como merecen nuestras maldades, sino según su generosidad!»
47 Simón llegó a un acuerdo con ellos y dejó de atacarlos. Pero los hizo salir de la ciudad y purificó las casas donde habían estado los ídolos, y luego entró él en la ciudad cantando himnos y cantos de alabanza.
48 Sacó de ella todo objeto impuro, e instaló hombres cumplidores de la ley; fortificó la ciudad y se construyó una casa para sí mismo.
49 Como los soldados que estaban en la ciudadela no podían salir al campo ni volver a entrar, ni comprar ni vender, empezaron a pasar mucha hambre, de manera que muchos de ellos murieron por esta razón.
50 Entonces ofrecieron a Simón negociar la rendición, y él la aceptó; luego los hizo salir de allí y purificó la ciudadela de todas las impurezas.