21 Nosotros, en cambio, luchamos por nuestras propias vidas y por nuestras costumbres.
22 Así que no les tengan miedo, pues Dios los hará pedazos ante nuestros ojos.
23 En cuanto acabó de hablar, se lanzó sin más sobre los enemigos, y Serón y su ejército fueron derrotados.
24 Luego los persiguieron por la bajada de Bet-horón, hasta la llanura, y cayeron como ochocientos hombres del ejército enemigo, y los demás huyeron al país de los filisteos.
25 Todos comenzaron entonces a temer a Judas y a sus hermanos, y las naciones vecinas se llenaron de terror.
26 La fama de Judas llegó hasta el rey, y en todas las naciones se hablaba de sus victorias.
27 Cuando Antíoco se enteró de estas cosas, se puso furioso y mandó reunir todas las fuerzas armadas de su reino, un ejército sumamente poderoso.