34 A los elefantes les mostraron jugo de uvas y de moras para excitarlos al combate.
35 Distribuyeron los animales entre los batallones; alrededor de cada elefante dispusieron mil hombres protegidos con corazas y con cascos de bronce en la cabeza, además de quinientos soldados de caballería escogidos.
36 Los soldados habían sido colocados con anticipación en el lugar donde debía estar el elefante, y se movían al mismo tiempo que el animal, sin apartarse de él ni un momento.
37 Encima de cada elefante había una torre fortificada, hecha de madera, cubierta con un techo, sujeta a sus espaldas con un arnés especial, y en cada torre había tres soldados, además del conductor indio.
38 El resto de la caballería fue colocado a los lados del ejército para hostilizar al enemigo, protegiéndose al mismo tiempo con los batallones.
39 Cuando el sol brillaba sobre los escudos de oro y de bronce, se iluminaban las montañas con su reflejo y resplandecían como antorchas encendidas.
40 Una parte del ejército del rey se desplegó sobre las cumbres de los montes, y otra se quedó en la parte baja. Avanzaron con confianza y en orden.