6 que a pesar de que Lisias había emprendido su campaña con un ejército muy poderoso, había sido derrotado por los israelitas, quienes se habían reforzado con las armas y el equipo y muchos otros bienes que habían capturado del ejército derrotado;
7 que los judíos habían derribado también el altar sacrílego que él había mandado construir encima del altar de los holocaustos en Jerusalén, que habían rodeado el templo de altas murallas, lo mismo que antes, y que habían fortificado también la ciudad de Bet-sur.
8 Cuando el rey oyó estas noticias, se angustió terriblemente, tanto que se enfermó de tristeza y cayó en cama, pues no le habían salido las cosas como él quería.
9 Así estuvo muchos días, continuamente atacado de una profunda tristeza, y hasta pensó que iba a morir.
10 Llamó entonces a todos sus amigos, y les dijo: «El sueño ha huido de mis ojos; la inquietud me oprime el corazón.
11 Al principio me preguntaba: ¿Por qué habré llegado a tanta aflicción y me asalta esta terrible agitación, a mí, que en la plenitud de mi poder he sido dichoso y amado de todos?
12 Pero ahora recuerdo los males que hice en Jerusalén, cuando me llevé todos los utensilios de plata y de oro que había allá, y mandé exterminar a todos los habitantes de Judea sin ningún motivo.