37 Voy a reunir a sus ciudadanos de entre todos los países por donde los dispersé cuando me llené de enojo, ira y furor terrible, y los haré volver a este lugar para que en él vivan tranquilos.
38 Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.
39 Haré que sólo tengan voluntad y determinación de honrarme toda su vida, para su propio bien y el de sus descendientes.
40 Haré con ellos una alianza eterna: me comprometeré a no dejar nunca de hacerles bien, y les llenaré del deseo de honrarme y de no apartarse nunca de mí.
41 Yo me alegraré de hacerles bien, y de todo corazón y con toda sinceridad los haré habitar en este país.»
42 El Señor añadió: «Así como envié esta calamidad tan grande a este pueblo, también le enviaré todos los bienes que le he prometido.
43 Y en este país, que dices que va a quedar desierto, sin hombres ni animales, y que va a caer en poder de los caldeos, se volverán a comprar terrenos.