4 Al día siguiente del asesinato de Guedalías, cuando todavía nadie se había enterado de lo sucedido,
5 llegaron de Siquem, Siló y Samaria ochenta hombres, los cuales traían la barba afeitada, la ropa rasgada y el cuerpo lleno de heridas que ellos mismos se habían hecho. Traían además cereales e incienso para ofrecerlos al Señor en el templo.
6 Entonces Ismael salió de Mispá a su encuentro, llorando por el camino. Apenas se encontró con ellos, les dijo:—Vengan a ver a Guedalías, hijo de Ahicam.
7 Pero tan pronto como llegaron al centro de la ciudad, Ismael y sus hombres los mataron y los echaron en una cisterna.
8 Sin embargo, diez de los hombres de ese grupo dijeron a Ismael:—No nos mates; nosotros tenemos trigo, cebada, aceite y miel escondidos en el campo.Entonces Ismael no los mató como a sus compañeros.
9 La cisterna en que Ismael echó los cadáveres de todos los hombres que había matado era la misma que el rey Asá había mandado hacer cuando se defendía del rey Baasá de Israel. Era una cisterna muy grande, pero quedó llena con los cadáveres de la gente que Ismael mató.
10 Además, Ismael apresó a las hijas del rey y a la gente que quedaba en Mispá, a quienes Nebuzaradán, comandante de la guardia, había puesto bajo el mando de Guedalías. Ismael los apresó, y se puso en camino con intención de pasar al territorio de Amón.