1-2 ¡Ojalá pudiera yo volver a aquellos tiemposen que Dios me protegía!
3 Cuando él me iluminaba con su luzy yo podía andar en la oscuridad;
4 cuando yo estaba en plena madurezy Dios cuidaba de mi hogar;
5 cuando el Todopoderoso estaba a mi ladoy mis hijos me hacían compañía;
6 cuando la leche corría por el sueloy el aceite brotaba de las rocas;
7 cuando yo tomaba asientoen el lugar de reunión de la ciudad.
8 Los jóvenes, al verme, se hacían a un ladoy los ancianos se ponían de pie.
9 Aun los hombres importantes dejaban de hablary hacían señas de guardar silencio.
10 Los gobernantes bajaban la voz;se les pegaba la lengua al paladar.
11 La gente, al verme o escucharme,me felicitaba y hablaba bien de mí,
12 pues yo socorría al huérfano y al pobre,gente a la que nadie ayudaba.
13 El que estaba en la ruina me daba las gracias;mi ayuda era a las viudas motivo de alegría.
14 La justicia y la honradez eran parte de mí mismo:eran mi ropa de todos los días.
15 ¡Yo era ojos para el ciegoy pies para el lisiado,
16 padre de los necesitadosy defensor de los extranjeros!
17 Yo les rompía la quijada a los malvadosy les quitaba la presa de los dientes.
18 Yo pensaba: «Mis días serán tantos como la arena;moriré anciano y en mi propio hogar.
19 Soy como un árbol plantado junto al agua,cuyas ramas baña el rocío de la noche.
20 Mi esplendor se renovará conmigo,y no me faltarán las fuerzas.»
21 Todos me escuchabany esperaban en silencio mis consejos.
22 Después de hablar yo, ninguno replicaba.Mis palabras caían gota a gota sobre ellos,
23 y ellos las esperaban ansiosos,como se espera la lluvia en tiempo de calor.
24 Cuando yo les sonreía, apenas lo creían,y no dejaban de mirar mi rostro alegre.
25 Yo establecía mi autoridad sobre ellosy decidía lo que ellos debían hacer,como un rey al frente de sus tropas.Cuando estaban tristes, yo los consolaba.