4 Luego se puso sandalias, brazaletes, collares, anillos, aretes y, en fin, todas sus joyas; se arregló lo mejor que pudo, como para llamar la atención de cualquier hombre que la viera.
5 Le dio a su criada una garrafa de vino y una botella de aceite, llenó un costal con harina de cebada, tortas de higos y pan puro, lo empaquetó todo en el costal, y se lo entregó a su criada para que lo llevara.
6 Salieron hacia la puerta de Betulia y encontraron allí a Ozías y a los ancianos de la ciudad, Cabris y Carmis.
7 Al verla, tan transformada en su aspecto y vestida de manera tan diferente, se quedaron sumamente admirados de su belleza, y le dijeron:
8 —El Dios de nuestros antepasados haga que seas bien recibida y te ayude a realizar tus planes, para orgullo de los israelitas y gloria de Jerusalén.
9 Ella se inclinó para adorar a Dios, y les dijo:—Manden que me abran la puerta de la ciudad, y yo iré a hacer lo que ustedes han dicho.Ellos ordenaron a los guardias que le abrieran la puerta, como había pedido.
10 Así lo hicieron, y Judit salió acompañada de su criada. Los hombres de la ciudad la vieron bajar el monte y atravesar el valle, y luego la perdieron de vista.