8 —El Dios de nuestros antepasados haga que seas bien recibida y te ayude a realizar tus planes, para orgullo de los israelitas y gloria de Jerusalén.
9 Ella se inclinó para adorar a Dios, y les dijo:—Manden que me abran la puerta de la ciudad, y yo iré a hacer lo que ustedes han dicho.Ellos ordenaron a los guardias que le abrieran la puerta, como había pedido.
10 Así lo hicieron, y Judit salió acompañada de su criada. Los hombres de la ciudad la vieron bajar el monte y atravesar el valle, y luego la perdieron de vista.
11 Ellas fueron derecho a través del valle, hasta que se encontraron con un puesto de avanzada de los asirios.
12 Los soldados detuvieron a Judit y le preguntaron:—¿De qué nación eres? ¿De dónde vienes, y a dónde vas?—Soy hebrea —respondió ella—, pero estoy huyendo de los de mi nación, porque pronto caerán en poder de ustedes y serán destruidos.
13 Quiero ver a Holofernes, el comandante del ejército de ustedes, para darle informes seguros. Quiero indicarle por dónde puede penetrar y apoderarse de toda la región montañosa sin perder un solo soldado.
14 Al oír los soldados su respuesta y fijarse en su aspecto, se quedaron maravillados de su belleza. Entonces le dijeron: