4 Nadie te hará ningún daño; se te tratará bien, como se trata a los que sirven a mi señor, el rey Nabucodonosor.
5 Judit le respondió:—Escuche Su Excelencia lo que le voy a decir; deje que esta esclava suya hable a Su Excelencia, pues no diré esta noche nada que sea falso.
6 Si Su Excelencia sigue mis consejos, Dios hará algo grande por su medio, y Su Excelencia no fracasará en sus planes.
7 ¡Por la vida y por el poder de Nabucodonosor, rey de toda la tierra, que envió a Su Excelencia a poner orden en todos los seres vivientes: gracias a Su Excelencia, no sólo los hombres están al servicio del rey, sino que por la fuerza de Su Excelencia hasta las fieras salvajes, el ganado y las aves vivirán para Nabucodonosor y para todos sus descendientes!
8 Hemos oído hablar de la sabiduría de Su Excelencia y de su aguda inteligencia. En toda la tierra se sabe que Su Excelencia es el mejor hombre de todo el imperio, y que es grande su inteligencia y admirable su habilidad en el arte de la guerra.
9 Nosotros nos hemos enterado de lo que dijo Aquior en la reunión del consejo, pues los hombres de Betulia lo rescataron, y él les contó todo lo que había dicho delante de Su Excelencia.
10 Haga caso Su Excelencia a lo que él ha dicho; téngalo muy presente, pues es cierto. Nuestro pueblo no puede ser castigado ni vencido por las armas, si no ha pecado contra su Dios.