13 Bagoas se retiró, fue a ver a Judit y le dijo:—No te niegues, encantadora jovencita, y acepta el honor de hacerle compañía a mi señor. Ven a beber vino alegremente con nosotros, y sé hoy como las mujeres asirias que viven en el palacio de Nabucodonosor.
14 Judit respondió:—¿Y quién soy yo para negarle algo a Su Excelencia? Con todo gusto haré lo que a él le parezca. Ésta será para mí la mayor satisfacción de toda mi vida.
15 Y se levantó y se puso un vestido elegante y todos sus adornos femeninos. Su criada se adelantó y, delante de Holofernes, extendió para Judit, en el suelo, las pieles de oveja que Bagoas le había dado para que ella las usara todos los días, tomando sus comidas recostada sobre ellas.
16 Apenas entró Judit y se sentó, Holofernes sintió una terrible pasión por ella y un grandísimo deseo de gozarla; desde el primer día que la vio estaba esperando el momento de seducirla.
17 Holofernes le dijo:—¡Bebe y diviértete con nosotros!
18 —Con todo gusto, Excelencia —respondió Judit—; éste es el día más grande de toda mi vida.
19 En seguida empezó a comer y beber delante de él lo que su criada le había preparado.