12 Cuando los hombres de la ciudad la oyeron gritar, bajaron a toda prisa a la puerta de la ciudad y llamaron a los ancianos.
13 Todo el mundo sin excepción vino corriendo, pues apenas podían creer que Judit hubiera regresado. Abrieron la puerta, las hicieron pasar y, encendiendo fuego para poder ver, se amontonaron alrededor de ellas.
14 Judit, entonces, les dijo en voz alta:—¡Alaben a Dios, alábenlo! ¡Alaben a Dios, que no ha negado su misericordia al pueblo de Israel, sino que por mi mano esta noche ha aplastado a sus enemigos!
15 Y sacando del costal la cabeza, se la mostró y les dijo:—¡Miren la cabeza de Holofernes, el comandante en jefe del ejército asirio! ¡Y aquí está el pabellón debajo del cual se acostaba en sus borracheras! ¡El Señor le dio un golpe mortal por mano de una mujer!
16 ¡Y juro por la vida del Señor que él me protegió en todo lo que hice! Mi belleza fue una trampa que le causó la perdición, pero él no cometió conmigo ningún pecado que me hubiera traído mancha o deshonra.
17 Todo el pueblo se quedó muy maravillado, e inclinándose para adorar a Dios, dijeron a una voz:—¡Alabado seas, Dios nuestro, que humillaste en este día a los enemigos de tu pueblo!
18 Y Ozías dijo a Judit:—¡Hija, que el Dios altísimo te bendiga más que a todas las mujeres de la tierra! ¡Alabado sea Dios, el Señor, que creó el cielo y la tierra y te guió para que cortaras la cabeza al jefe de nuestros enemigos!