9 Hizo rodar de la cama el cuerpo y desprendió de sus soportes el pabellón. En seguida salió y entregó a su criada la cabeza de Holofernes,
10 y ella la metió en el costal de las provisiones de Judit. Luego salieron las dos a orar, como acostumbraban hacerlo. Atravesaron el campamento, rodearon el valle, y subieron al monte de Betulia hasta llegar a las puertas de la ciudad.
11 Desde lejos, Judit gritó a los guardias que estaban en las puertas:—¡Abran, abran la puerta! ¡Dios, nuestro Dios, está con nosotros, mostrando aún en Israel su fuerza y su poder contra los enemigos! ¡Así lo ha hecho hoy!
12 Cuando los hombres de la ciudad la oyeron gritar, bajaron a toda prisa a la puerta de la ciudad y llamaron a los ancianos.
13 Todo el mundo sin excepción vino corriendo, pues apenas podían creer que Judit hubiera regresado. Abrieron la puerta, las hicieron pasar y, encendiendo fuego para poder ver, se amontonaron alrededor de ellas.
14 Judit, entonces, les dijo en voz alta:—¡Alaben a Dios, alábenlo! ¡Alaben a Dios, que no ha negado su misericordia al pueblo de Israel, sino que por mi mano esta noche ha aplastado a sus enemigos!
15 Y sacando del costal la cabeza, se la mostró y les dijo:—¡Miren la cabeza de Holofernes, el comandante en jefe del ejército asirio! ¡Y aquí está el pabellón debajo del cual se acostaba en sus borracheras! ¡El Señor le dio un golpe mortal por mano de una mujer!