10 Haz que yo los engañe, para que caigan los esclavos junto con los señores y los señores junto con los esclavos; destruye, por medio de una mujer, su arrogancia.
11 Porque tu poder no depende del número, ni del valor de los hombres tu fuerza. Tú eres el Dios de los oprimidos, el protector de los humillados, el defensor de los débiles, el apoyo de los abandonados, el salvador de los que no tienen esperanza.
12 Sí, oh Dios de mi padre, Dios del pueblo de Israel, Señor del cielo y de la tierra, creador de los mares, rey de todo lo que has creado, escucha mi oración:
13 dame palabras para poder engañarlos y causarles el desastre y la muerte, pues tienen planes perversos contra tu alianza, contra el templo consagrado a ti, contra el monte Sión y contra la ciudad que es hogar y propiedad de tus hijos.
14 Haz que todo tu pueblo y todas las naciones reconozcan que sólo tú eres Dios, Dios de todo poder y fuerza, y que fuera de ti no hay otro que proteja a Israel.»