33 “Cuando el enemigo derrote a tu pueblo Israel por haber pecado contra ti, si luego este se vuelve a ti, y alaba tu nombre, y en sus oraciones te suplica en este templo,
34 escúchale tú desde el cielo, perdona su pecado, y hazle volver al país que diste a sus antepasados.
35 “Cuando haya una sequía y no llueva porque el pueblo pecó contra ti, si luego ora hacia este lugar, y alaba tu nombre, y se arrepiente de su pecado a causa de tu castigo,
36 escúchale tú desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel, y enséñales el buen camino que deben seguir. Envía entonces tu lluvia a esta tierra que diste en herencia a tu pueblo.
37 “Cuando en el país haya hambre, o peste, o las plantas se sequen por el calor, o vengan plagas de hongos, langostas o pulgón; cuando el enemigo rodee nuestras ciudades y las ataque, o cuando venga cualquier otra desgracia o enfermedad,
38-39 escucha tú toda oración o súplica hecha por cualquier persona –o por todo tu pueblo Israel– que al ver su desgracia y dolor extienda sus manos en oración hacia este templo. Escucha desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede tu perdón; intervén y da a cada uno según merezcan sus acciones, pues solo tú conoces las intenciones y el corazón del hombre.
40 Así te honrarán mientras vivan en la tierra que diste a nuestros antepasados.