Hageo 2 DHHE

III. EXHORTACIÓN DEL PROFETA Y AFLUENCIA DE LAS NACIONES A JERUSALÉN (2.1-9)

1 El día veintiuno del séptimo mes, el Señor volvió a dirigirse al profeta Hageo

2 y le ordenó que dijera a Zorobabel, a Josué y al resto de la gente:

3 “Los que visteis el otro templo en todo su esplendor, decid qué os parece este que ahora tenemos. ¿No os parece que no vale nada comparado con aquel otro?

4 ¡Pero ánimo, Zorobabel! ¡Ánimo, Josué, jefe de los sacerdotes! Y animaos todos vosotros, gente del país. Trabajad, que yo estoy con vosotros. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo.

5 Tal como os lo prometí cuando salisteis de Egipto, mi espíritu os acompaña. No tengáis miedo.

6 Dentro de poco haré temblar el cielo y la tierra, el mar y la tierra firme.

7 Haré temblar a todas las naciones, y traerán sus riquezas y mi templo se llenará de gloria.” El Señor todopoderoso lo afirma:

8 “Míos son la plata y el oro.

9 Este segundo templo será más hermoso que el primero. Entonces haré que haya paz en este lugar. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo.”

IV. INSTRUCCIÓN SACERDOTAL SOBRE LO PURO Y LO IMPURO (2.10-19)

10 El día veinticuatro del noveno mes del mismo año del reinado de Darío, el Señor se dirigió al profeta Hageo

11 y le ordenó que, en el nombre del Señor todopoderoso, hiciera a los sacerdotes las siguientes preguntas en relación con la ley:

12 “Supongamos que un hombre lleva carne consagrada envuelta en su capa, y que el borde de la capa toca pan, guiso, vino, aceite o cualquier otra comida: ¿quedará por eso consagrada la comida?” Los sacerdotes contestaron que no.

13 Entonces Hageo continuó: “Pero supongamos que alguien que ha quedado impuro por haber tocado un cadáver, toca después alguna de estas cosas: ¿acaso no quedarán también impuras?” Los sacerdotes contestaron que sí.

14 Entonces dijo Hageo: “El Señor afirma: ‘Lo mismo pasa con esta gente: todo lo que hacen y todo lo que me ofrecen es impuro.

15 De ahora en adelante pensad en esto. Antes de empezar a construir el templo,

16 ¿qué os pasaba? Pues que cuando alguien iba a un montón de veinte medidas de grano, encontraba solamente diez; y cuando alguien iba al lagar, a sacar cincuenta cántaros de vino, encontraba solamente veinte.

17 Yo destruí con plagas y granizo el fruto de todos vuestros esfuerzos, pero no os volvisteis a mí. Yo, el Señor, lo afirmo.

18 Hoy, día veinticuatro del noveno mes, han sido puestos los cimientos de mi templo.

19 Pues bien, fijaos en que a partir de hoy no faltará el grano en el granero. Aún no ha dado fruto la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el olivo; pero a partir de hoy, yo os bendeciré.’ ”

V. PROMESA MESIÁNICA (2.20-23)

20 Aquel mismo día, el Señor volvió a dirigirse a Hageo,

21 y le ordenó que dijera a Zorobabel, el gobernador de Judá: “Yo haré temblar el cielo y la tierra;

22 destruiré el poder de los reinos del mundo y echaré abajo sus tronos; volcaré los carros de guerra y a los que montan en ellos, y morirán los caballos y sus jinetes; cada uno morirá atravesado por la espada de su hermano.

23 Y aquel día, Zorobabel, siervo mío, te cuidaré como a mi anillo de sellar, porque yo te he escogido. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo.”

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