1 Juan 5 DHHE

2. La fe, raíz del amor (5.1-12)

1 Todo aquel que cree que Jesús es el Mesías, es hijo de Dios; y el que ama a un padre, ama también a los hijos de ese padre.

2 Cuando amamos a Dios y hacemos lo que él manda, sabemos que amamos también a los hijos de Dios.

3 El amar a Dios consiste en obedecer sus mandamientos; y sus mandamientos no son una carga,

4 porque todo el que es hijo de Dios vence al mundo. Y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo.

5 El que cree que Jesús es el Hijo de Dios vence al mundo.

El testimonio acerca del Hijo de Dios

6 La venida de Jesucristo quedó señalada con agua y sangre; no solo con agua, sino con agua y sangre. El Espíritu mismo es testigo de esto, y el Espíritu es la verdad.

7 Tres son los testigos:

8 el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres concuerdan.

9 Aceptamos el testimonio de los hombres, pero el testimonio de Dios es de mucho más valor, porque consiste en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

10 El que cree en el Hijo de Dios lleva este testimonio en su propio corazón; el que no cree en Dios le deja por mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

11 Este testimonio es que Dios nos ha dado vida eterna y que esta vida está en su Hijo.

12 El que tiene al Hijo de Dios tiene también la vida, pero el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Conclusión (5.13-21)

13 Os escribo esto a vosotros que creéis en el Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.

14 Tenemos confianza en Dios, porque sabemos que si le pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye.

15 Y así como sabemos que Dios oye nuestras oraciones, también sabemos que ya tenemos lo que le hemos pedido.

16 Si alguno ve que su hermano está cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, debe orar, y Dios dará vida al hermano. Esto si se trata de un pecado que no lleva a la muerte. Hay pecado que lleva a la muerte y por ese pecado no digo que se deba orar.

17 Toda maldad es pecado, pero hay pecado que no lleva a la muerte.

18 Sabemos que el que tiene a Dios como Padre no sigue pecando, porque el Hijo de Dios cuida de él y el maligno no le toca.

19 Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero está bajo el poder del maligno.

20 Sabemos también que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al Dios verdadero. Vivimos unidos al que es verdadero, es decir, a su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna.

21 Hijitos, guardaos de los dioses falsos.

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