1 Lo más importante de cuanto estamos diciendo es que nuestro sumo sacerdote es de tal naturaleza que se ha sentado en el cielo, a la derecha del trono de Dios,
2 y oficia como sacerdote en el verdadero santuario, construido por el Señor y no por los hombres.
3 Todo sumo sacerdote es designado para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual es necesario que Jesucristo también tenga algo que ofrecer.
4 Si él estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, pues aquí ya hay sacerdotes que presentan las ofrendas dispuestas por la ley de Moisés.
5 Pero ellos prestan su servicio valiéndose de cosas que no son sino copia y sombra de lo que hay en el cielo. Y sabemos que son copia porque, cuando Moisés iba a construir el santuario, Dios le dijo: “Presta atención y hazlo todo según el modelo que te mostré en el monte.”