22 Cuando los de la iglesia de Jerusalén conocieron esta noticia, mandaron a Bernabé a Antioquía.
23 Al llegar, Bernabé vio cómo Dios los había bendecido, y se alegró mucho. Animó a todos a que con corazón firme siguieran fieles al Señor.
24 Porque Bernabé era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Y así mucha gente se unió al Señor.
25 Después de esto, Bernabé fue a Tarso en busca de Saulo,
26 y cuando lo encontró lo llevó a Antioquía. Allí estuvieron con la iglesia un año entero, enseñando a mucha gente; y allí, en Antioquía, fue donde por primera vez se dio a los discípulos el nombre de cristianos.
27 Por aquel tiempo, unos profetas fueron de Jerusalén a Antioquía.
28 Uno de ellos llamado Agabo, puesto en pie, anunció por inspiración del Espíritu que iba a haber una gran hambre en todo el país, la cual, en efecto, sobrevino en tiempos del emperador Claudio.