Hechos 15 DHHE

3. La asamblea de Jerusalén (15.1-35)

Decisión de los apóstoles y los ancianos

1 Por aquel tiempo, algunos que habían ido de Judea a Antioquía comenzaron a enseñar a los hermanos que no podían ser salvos si no se sometían al rito de la circuncisión, conforme a la práctica establecida por Moisés.

2 Pablo y Bernabé tuvieron por esto una fuerte discusión con ellos. Luego se decidió que Pablo, Bernabé y algunos otros fueran a Jerusalén, a tratar este asunto con los apóstoles y ancianos de la iglesia de aquella ciudad.

3 Enviados, pues, por los de la iglesia de Antioquía, al pasar por las regiones de Fenicia y Samaria contaron cómo los no judíos habían dejado sus antiguas creencias para seguir a Dios. Y todos los hermanos se alegraron mucho de estas noticias.

4 Al llegar a Jerusalén, Pablo y Bernabé fueron recibidos por la iglesia, y por los apóstoles y ancianos, y contaron todo lo que Dios había hecho con ellos.

5 Pero algunos fariseos que habían creído se levantaron y dijeron:–Es preciso circuncidar a los creyentes que no son judíos, y mandarles que cumplan la ley de Moisés.

6 Se reunieron entonces los apóstoles y los ancianos para estudiar este asunto.

7 Después de mucho discutir, Pedro se levantó y dijo:–Hermanos, ya sabéis que hace tiempo Dios me escogió entre vosotros para comunicar la buena noticia de la salvación a los no judíos, para que también ellos crean.

8 Y Dios, que conoce los corazones, mostró que los aceptaba, pues les dio el Espíritu Santo a ellos lo mismo que a nosotros.

9 Dios no ha hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros, ya que también ha purificado sus corazones por medio de la fe.

10 Así pues, ¿por qué desafiáis a Dios imponiendo sobre estos creyentes una carga que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido soportar?

11 En realidad, nosotros creemos que somos salvados gratuitamente por la bondad del Señor Jesús, lo mismo que ellos.

12 Todos escucharon en silencio lo que Bernabé y Pablo decían acerca de las señales y milagros que Dios había hecho por medio de ellos entre los no judíos.

13 Cuando terminaron de hablar, Santiago dijo:–Hermanos, oídme:

14 Simón nos ha contado cómo Dios favoreció por primera vez a los no judíos, escogiendo también de entre ellos un pueblo para sí mismo.

15 Esto está de acuerdo con lo que escribieron los profetas, como dice la Escritura:

16 ‘Después de esto volveréy reconstruiré la casa caída de David;reconstruiré sus ruinasy la volveré a levantar,

17 para que los demás busquen al Señorjunto con todas las nacionesque han sido consagradas a mi nombre.

18 El Señor, que dio a conocer estas cosasdesde tiempos antiguos,ha dado su palabra.’

19 “Por lo tanto, considero que no se debe imponer la carga de la ley a aquellos que, no siendo judíos, dejan sus antiguas creencias para seguir a Dios.

20 Basta con escribirles que se aparten de todo lo que haya sido contaminado por los ídolos, que eviten toda inmoralidad sexual y que no coman carne de animales estrangulados o ahogados, ni tampoco sangre.

21 Porque desde los tiempos antiguos hay en cada pueblo quienes predican la ley de Moisés, que se lee en las sinagogas todos los sábados.”

La carta a los no judíos

22 Los apóstoles y los ancianos, con toda la iglesia, decidieron enviar a algunos de ellos con Pablo y Bernabé a Antioquía. Escogieron a Judas, también llamado Barsabás, y a Silas, que eran hombres de importancia entre los hermanos,

23 y con ellos mandaron la siguiente carta:“Nosotros, los apóstoles y ancianos, hermanos vuestros, saludamos a los hermanos no judíos que viven en Antioquía, Siria y Cilicia.

24 Hemos sabido que algunas personas han ido de aquí sin nuestra autorización, y que os han molestado con sus palabras y os han confundido.

25 Por eso, de común acuerdo, nos ha parecido bien escoger a algunos de entre nosotros para que vayan a veros junto con nuestros muy queridos hermanos Bernabé y Pablo,

26 quienes han puesto sus vidas en peligro por la causa de nuestro Señor Jesucristo.

27 Así que os enviamos a Judas y Silas: ellos hablarán personalmente con vosotros para explicaros todo esto.

28 Pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros más cargas que estas indispensables:

29 que no comáis carne de animales ofrecidos en sacrificio a los ídolos, que no comáis sangre ni tampoco carne de animales ahogados, y que evitéis toda inmoralidad sexual. Si os guardáis de estas cosas, actuaréis correctamente. Que os vaya bien.”

30 Ellos, después de despedirse, se dirigieron a Antioquía y, habiendo reunido a la comunidad, les entregaron la carta.

31 Cuando los hermanos la leyeron, se alegraron mucho por el consuelo que les ofrecía.

32 Y como Judas y Silas también eran profetas, consolaron y animaron a los hermanos hablando largamente con ellos.

33 Al cabo de algún tiempo, los hermanos los despidieron con saludos de paz, para que regresaran junto a quienes los habían enviado.

35 Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía y, junto con otros muchos, siguieron enseñando y anunciando el mensaje de la buena noticia del Señor.

4. Segundo viaje misionero de Pablo (15.36–18.22)

Pablo y Bernabé se separan

36 Algún tiempo después, Pablo dijo a Bernabé:–Vayamos a visitar otra vez a los hermanos en todas las ciudades donde hemos anunciado el mensaje del Señor, para ver cómo siguen.

37 Bernabé quería llevar con ellos a Juan, el también llamado Marcos;

38 pero a Pablo no le pareció oportuno llevarle, porque Marcos los había abandonado en Panfilia y no había permanecido con ellos en el trabajo.

39 Fue tan serio el desacuerdo, que terminaron separándose: Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó para Chipre,

40 mientras que Pablo escogió a Silas, y encomendado por los hermanos al amor del Señor, salió de allí

41 y pasó por Siria y Cilicia animando a los hermanos en las iglesias.

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