7 De pronto apareció un ángel del Señor, y la celda se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, le despertó y le dijo: “¡Levántate en seguida!” Al instante cayeron las cadenas de las manos de Pedro, y el ángel le dijo:
8 “Vístete y ponte las sandalias.” Así lo hizo Pedro, y el ángel añadió: “Ponte tu capa y sígueme.”
9 Salió Pedro tras el ángel sin saber si era realidad o no lo que este hacía. Más bien le parecía que estaba contemplando una visión.
10 Pero pasaron la primera guardia y luego la segunda, y cuando llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle, la puerta se abrió por sí sola. Salieron, y en seguida, después de haber caminado una calle, el ángel le dejó.
11 Pedro comprendió entonces y dijo: “Ahora veo que realmente el Señor ha enviado a su ángel para librarme de Herodes y de todo lo que querían hacerme los judíos.”
12 Al darse cuenta de esto, Pedro se dirigió a casa de María, la madre de Juan, también llamado Marcos, donde muchas personas estaban reunidas en oración.
13 Llamó a la puerta de la calle, y una muchacha llamada Rode salió a ver quién era.