30 Luego los sacó y les preguntó:–Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31 Ellos contestaron:–Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y tu familia.
32 Y hablaron del mensaje del Señor a él y a todos los de su casa.
33 A aquella misma hora de la noche, el carcelero les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados.
34 Los llevó después a su casa y les dio de comer; y él y su familia estaban muy contentos por haber creído en Dios.
35 Por la mañana, los jueces mandaron unos guardias al carcelero con orden de poner en libertad a Pablo y Silas.
36 El carcelero dijo a Pablo:–Los jueces me han ordenado que os suelte, así que ya podéis iros.