25 Reunió, pues, a estos y a otros que trabajaban en oficios semejantes y les dijo: “Compañeros, todos sabéis que nuestro bienestar depende de este oficio.
26 Pero, como podéis ver y oir, ese tal Pablo anda por ahí diciendo que los dioses fabricados por los hombres no son dioses, y ha convencido a mucha gente, no solamente aquí en Éfeso sino en casi toda la provincia de Asia.
27 Esto es muy peligroso, porque nuestro negocio puede venirse abajo. Además, incluso el propio templo de la gran diosa Artemisa puede perder su prestigio, y entonces será despreciada la grandeza de esta diosa que se adora en toda la provincia de Asia y en el mundo entero.”
28 Al oir esto, los reunidos se llenaron de furor y gritaron:“¡Viva la Artemisa de los efesios!”
29 Se produjo así una confusión en toda la ciudad. La gente se lanzó sobre Gayo y Aristarco, los dos hombres de Macedonia que acompañaban a Pablo, y los arrastraron hasta el teatro.
30 Pablo quería entrar allí para hablar a la gente, pero los creyentes no le dejaron.
31 También algunos amigos suyos de entre las autoridades de Asia le mandaron aviso de que no se metiera allí.