28 Por lo tanto, estad atentos y cuidad de toda la congregación sobre la que el Espíritu Santo os ha puesto como obispos para que cuidéis de la iglesia de Dios, la cual compró él con su propia sangre.
29 Sé que cuando me vaya vendrán otros que, como lobos feroces, querrán acabar con la iglesia.
30 Aun entre vosotros mismos se levantarán algunos que enseñarán mentiras para que los creyentes los sigan.
31 Estad alerta y recordad que durante tres años no dejé de aconsejar día y noche, con lágrimas, a cada uno de vosotros.
32 “Ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y al mensaje de su amor. Él tiene poder para haceros crecer espiritualmente y para daros todo lo que ha prometido a su pueblo santo.
33 No he deseado para mí mismo ni el dinero ni las ropas de nadie.
34 Por el contrario, bien sabéis que he trabajado con mis propias manos para conseguir lo necesario para mí y para los que estaban conmigo.