20 Además, cuando mataron a tu siervo Esteban, que daba testimonio de ti, yo mismo estaba allí aprobando que lo mataran; e incluso cuidé la ropa de quienes lo mataron.’
21 Pero el Señor me dijo: ‘Ponte en camino, pues voy a enviarte a naciones lejanas.’ ”
22 Hasta este momento le escucharon, pero entonces comenzaron a gritar:–¡Ese hombre no debe vivir! ¡Quítalo de en medio!
23 Y como seguían gritando y sacudiendo sus ropas y lanzando polvo al aire,
24 el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel y que le azotaran para averiguar por qué la gente gritaba en contra suya.
25 Pero cuando ya lo tenían atado para azotarle, Pablo preguntó al centurión allí presente:–¿Tenéis autoridad para azotar a un ciudadano romano, sin ni siquiera haberle juzgado?
26 Al oir esto, el centurión fue a dar aviso al comandante, diciéndole:–¿Qué vas a hacer? ¡Ese hombre es ciudadano romano!