37 Éramos en el barco doscientas setenta y seis personas en total.
38 Una vez que hubieron comido cuanto quisieron, arrojaron el trigo al mar para aligerar el barco.
39 Cuando amaneció, aunque los marineros no reconocían la tierra, vieron una bahía con su playa, y decidieron tratar de arrimar allí el barco.
40 Cortaron los cables de las anclas, abandonándolas en el mar, y aflojaron las amarras de los timones. Luego desplegaron al viento la vela delantera y el barco comenzó a acercarse a la playa.
41 Pero fuimos a dar en un banco de arena, y el barco encalló. La proa quedó encallada en la arena, sin poder moverse, mientras la popa comenzaba a hacerse pedazos por la violencia de las olas.
42 Los soldados decidieron entonces matar a los presos, para que no escapasen a nado.
43 Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, no permitió que lo hicieran, sino que ordenó que quienes supieran nadar se lanzasen los primeros al agua para llegar a tierra,