18 En contra de toda esperanza, Abraham creyó y tuvo esperanza, y así llegó a ser “padre de muchas naciones”, conforme a lo que Dios le había dicho: “Así será el número de tus descendientes”.
19 La fe de Abraham no se debilitó, a pesar de que ya tenía casi cien años de edad y se daba cuenta de que tanto él como Sara pronto habrían de morir, y que eran demasiado ancianos para tener hijos.
20 No dudó ni desconfió de la promesa de Dios, sino que su fe se hizo más firme. Alabó a Dios,
21 plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete.
22 Y Dios, tomándoselo en cuenta, le aceptó como justo.
23 Y esto de que Dios se lo tomó en cuenta no se escribió solamente respecto de Abraham,
24 sino también de nosotros. Pues Dios también toma en cuenta nuestra fe, y nos acepta como justos a los que creemos en aquel que resucitó a Jesús, nuestro Señor,