Tobías 1:4-10 BHTI

4 En mi juventud, cuando aún vivía en Israel, la tribu entera de mi antepasado Neftalí se había separado de la casa de David y de la ciudad de Jerusalén, ciudad elegida entre todas las tribus de Israel para ofrecer sacrificios a Dios. En ella se había levantado el Templo, la morada consagrada a Dios para todas las generaciones.

5 Todos mis hermanos, y también la tribu de mi antepasado Neftalí, ofrecían sacrificios sobre los montes de Galilea al becerro que Jeroboán, el rey de Israel, había mandado colocar en Dan.

6 Yo, sin embargo, acudía muchas veces, por lo general solo, a las fiestas de Jerusalén, cumpliendo así el deber prescrito a perpetuidad para todo Israel. Me apresuraba a llevar a Jerusalén los primeros frutos de la cosecha, las primeras crías y diezmos del ganado y la primera lana de las ovejas.

7 Lo entregaba todo a los sacerdotes, descendientes de Aarón, para ofrecer sacrificios sobre el altar. Y el diezmo del trigo, del vino, del aceite, de las granadas, de los higos y de otros frutos, se lo daba a los levitas que cumplían su servicio en Jerusalén. Cada seis años cambiaba este segundo diezmo por dinero, que luego gastaba cada año en Jerusalén.

8 Un tercer diezmo lo repartía entre los huérfanos, las viudas y los prosélitos que se habían unido al pueblo de Israel. Se lo entregaba cada tres años, y lo comíamos de acuerdo con lo prescrito por la ley de Moisés y siguiendo las instrucciones de Débora, madre de mi abuelo Ananiel —mi padre ya había muerto, dejándome huérfano—.

9 Cuando fui mayor, tomé por esposa a una mujer llamada Ana*, perteneciente a nuestra propia familia. De ella tuve un hijo, a quien puse por nombre Tobías.

10 Después de esto me deportaron a Asiria y, cautivo como estaba, llegué a Nínive. Por aquel tiempo, todos mis hermanos y mis compatriotas comían los mismos alimentos que los paganos,