2 pensó: “¿Se habrá entretenido allá? ¿O será que Gabael ha muerto y nadie le entrega el dinero?”.
3 Y comenzó a preocuparse.
4 Ana, su esposa, decía:— ¡Mi hijo ha muerto! ¡Ya no está entre los vivos!Lloraba y se lamentaba a causa de su hijo, diciendo:
5 — ¡Ay de mí, hijo mío! ¿Por qué te dejé marchar, luz de mis ojos?
6 Tobit le decía:— ¡Cállate, mujer, y no pienses así! ¡Él está bien, pero eran muchas las cosas que tenía que resolver allá! El hombre que le acompaña es de confianza, y además es uno de nuestros hermanos. ¡No estés triste, que pronto llegará!
7 Ella le replicaba:— No me digas nada. ¡No quieras engañarme! ¡Mi hijo ha muerto!Todos los días salía a mirar el camino por donde se había ido su hijo y no se fiaba de nadie. Al ponerse el sol entraba en casa, pero se pasaba la noche entera lamentándose y llorando sin poder conciliar el sueño.
8 Una vez que se cumplieron los catorce días de las fiestas de bodas que Ragüel había jurado celebrar en honor de su hija, Tobías se dirigió a él y le dijo:— Deja que me vaya, porque estoy seguro de que mi padre y mi madre piensan que no volverán nunca más a verme. Te ruego, padre, que me dejes ir a casa de mi padre. Ya te he contado en qué situación lo dejé.