14 Corta cedros o elige un ciprés o un roble. Lo deja crecer entre los árboles del bosque. Siembra un cedro y la lluvia lo hace crecer bastante.
15 Cuando está lo suficientemente crecido como para servir como leña para la gente, él usa una parte para calentarse. También usa otra parte para hacer fuego y hornear un pan. Pero también usa otra parte del árbol para hacer un dios y adorarlo. Hace un ídolo y se inclina ante él.
16 La mitad del árbol la quema en el fuego y hace un asado; come la carne y queda satisfecho. También con ella se calienta y dice: «Me caliento en el calor del fuego».
17 Con el resto, hace un dios, su ídolo, se inclina y lo adora. Le reza y dice: «Sálvame, porque tú eres mi dios».
18 No saben ni entienden. Sus ojos están cerrados para que no puedan ver. Lo mismo pasa con su mente, para que no entiendan.
19 Ninguno se detiene a pensar y no cuentan con el conocimiento o entendimiento necesario para decir: «La mitad del árbol la quemé en el fuego y horneé pan sobre ella, asé carne y me la comí. ¿Cómo es que hago con el resto algo tan despreciable? ¿Cómo es que me estoy inclinando ante un pedazo de madera?»
20 Es como alimentarse de cenizas. Su mente trastornada lo ha llevado a desviarse. No se puede salvar a sí mismo, ni dirá: «Lo que tengo en mi mano es un fraude».