3 Porque yo regaré con agua el país sediento y con ríos la tierra seca. Derramaré mi espíritu sobre tus descendientes y mis bendiciones sobre tus hijos.
4 Ellos crecerán como hierba de regadío, como sauces a orillas de ríos.
5 El uno dirá: ‘Yo pertenezco al SEÑOR’, y el otro se pondrá a sí mismo el nombre de Jacob. Otro se escribirá en la mano: ‘Soy del SEÑOR’, y añadirá a su nombre el de Israel”».
6 Así habla el SEÑOR, el Rey de Israel, el Salvador, el SEÑOR Todopoderoso: «Yo soy el primero y el último; el único Dios que existe soy yo.
7 ¿Quién hay como yo? Que hable y se dé a conocer, que me convenza. ¿Quién ha dicho lo que va a pasar, mucho antes de que suceda? Que nos cuenten lo que va a pasar en el futuro.
8 No tengan miedo, no teman. ¿No se lo dije y se lo anuncié a ustedes desde hace tiempo? Ustedes son mis testigos. ¿Acaso existe otro Dios que no sea yo? No hay otro refugio que yo conozca».
9 Todos los que hacen ídolos son indignos. Los ídolos que ellos atesoran no sirven para nada. Los que los adoran son sus testigos, no ven ni entienden nada, por eso serán avergonzados.