5 »Yo soy el SEÑOR, no hay ningún otro, yo soy el único Dios que existe. Te he fortalecido, aunque tú no me conoces.
6 Es para que toda la gente, de oriente a occidente, sepa que yo soy el único Dios que existe. Yo soy el SEÑOR, no hay ningún otro.
7 Yo hago la luz y creo la oscuridad. Yo traigo prosperidad y creo el desastre. Yo, el SEÑOR, hago todo eso.
8 Que los cielos hagan llover desde lo alto, y las nubes derramen justicia. Que la tierra se abra y que brote la salvación para que produzca justicia. Yo, el SEÑOR, lo he creado».
9 Pobre de la vasija de barro que se pone a discutir con el que la hizo, siendo que es una vasija como cualquier otra. ¿Acaso dice la arcilla al que la trabaja: «¿Qué es lo que haces?» o: «¿No te quedó bien lo que hiciste?»
10 Pobre del hijo que le dice a su papá: «¿Por qué me engendraste?» o a la mamá: «¿Por qué me trajiste a este mundo?»
11 Esto es lo que dice el SEÑOR, el Santo Dios de Israel, el que lo hizo: «¿Es que me van ustedes a enseñar a hacer hijos? ¿O me van a dar lecciones sobre lo que debo hacer?