5 Entonces dice el SEÑOR: «Ahora, ¿con qué me encuentro aquí? Con que sin pagar nada se han llevado a mi pueblo y los que los gobiernan presumen mucho, eso dice el SEÑOR. “Todo el día me insultan, permanentemente”.
6 Debido a esto, haré que mi pueblo me conozca. Por lo tanto, ese día seré yo quien les diga: “Aquí estoy”».
7 Qué hermoso es ver sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas noticias, que anuncia salvación, que le dice a Sion: «Tu Dios es rey».
8 Escucha, tus guardias están gritando, todos juntos gritan de alegría porque con sus propios ojos están viendo que el SEÑOR vuelve a Sion.
9 Estallen en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo. Él ha salvado a Jerusalén.
10 El SEÑOR mostró su poder ante todas las naciones. Hasta los que viven en los lugares más lejanos de la tierra serán testigos de cómo Dios salva a su pueblo.
11 Salgan, salgan, salgan de ahí. No toquen nada impuro. Ustedes, los que cargan los utensilios del SEÑOR, salgan por en medio, purifíquense.