1 El SEÑOR dice esto: «Los cielos son mi trono y la tierra es banquillo para mis pies. ¿Qué clase de casa pueden construirme ustedes? ¿Qué sitio de descanso para mí?
2 Yo mismo hice todo lo que existe. Todo es mío». El SEÑOR lo ha dicho. «Pero este es a quien aprecio: la persona pobre con un espíritu abatido que tiembla ante mi palabra.
3 El que mata un toro es como quien mata a un ser humano. El que sacrifica un cordero es como quien le rompe el cuello a un perro. El que ofrece una ofrenda de cereal es como quien ofrece la sangre de un cerdo. El que quema incienso de ofrenda es como quien bendice a un ídolo. Han elegido sus propios caminos y les gustan sus prácticas asquerosas.
4 Yo también elegiré darles duro trato a ellos y haré que les suceda lo que temen. Porque llamé y ninguno respondió; hablé y nadie escuchó. Hicieron lo que yo consideraba malo y eligieron lo que a mí no me agradaba».
5 Oigan el mensaje del SEÑOR, ustedes los que tiemblan ante su mensaje. Sus propios paisanos los odian y los rechazan por causa de mi nombre. «Dicen: “Dejemos que el SEÑOR muestre su gloria para que veamos lo alegre que ustedes van a estar”. Pero ellos van a ser avergonzados.