3 El que mata un toro es como quien mata a un ser humano. El que sacrifica un cordero es como quien le rompe el cuello a un perro. El que ofrece una ofrenda de cereal es como quien ofrece la sangre de un cerdo. El que quema incienso de ofrenda es como quien bendice a un ídolo. Han elegido sus propios caminos y les gustan sus prácticas asquerosas.
4 Yo también elegiré darles duro trato a ellos y haré que les suceda lo que temen. Porque llamé y ninguno respondió; hablé y nadie escuchó. Hicieron lo que yo consideraba malo y eligieron lo que a mí no me agradaba».
5 Oigan el mensaje del SEÑOR, ustedes los que tiemblan ante su mensaje. Sus propios paisanos los odian y los rechazan por causa de mi nombre. «Dicen: “Dejemos que el SEÑOR muestre su gloria para que veamos lo alegre que ustedes van a estar”. Pero ellos van a ser avergonzados.
6 Escuchen, de la ciudad viene un ruido fuerte; una voz sale del templo. Es la voz del SEÑOR, dándoles a sus enemigos lo que se merecen.
7 Ella dio a luz antes del trabajo de parto. Dio a luz al hijo antes de que le dieran los dolores.
8 ¿Quién ha escuchado algo así y visto algo semejante? ¿Nace una nación en un día? ¿Nace un pueblo en un momento? Tan pronto como Sion entró en trabajo de parto, ella también dio a luz a sus hijos.
9 ¿Abriré el vientre sin dejar dar a luz?», dice el SEÑOR. «¿Voy a cerrar el vientre, siendo que soy el que hace dar a luz?», dice tu Dios.