2 Es como una flor, brota y se marchita; como una sombra que pasa y desaparece.
3 Y aun así tú te fijas en ella y me llevas a juicio.
4 ¿Quién puede purificar lo que está corrupto? Nadie, por cierto.
5 Es que la vida del ser humano tiene un límite y tú conoces su duración. Eres tú quien fijaste ese límite y por eso no puede cambiarse.
6 Entonces aparta tu vista de él y déjalo que viva su vida hasta que termine, como termina un empleado su jornada de trabajo.
7 »Hay esperanza para un árbol que ha sido cortado. Puede retoñar nuevamente y echar renuevos.
8 Sus raíces pueden envejecer en la tierra y su tronco puede secarse,