11 Los pobres sacan aceite de los olivos, y tienen el trabajo de pisar las uvas para hacer vino, pero ellos no pueden apagar su sed.
12 En la ciudad se escucha gente quejándose, y la voz del herido grita pidiendo auxilio. Pero Dios no se da por aludido.
13 Hay quienes se rebelan contra la luz, no reconocen la claridad, y no andan en el camino claro.
14 El asesino se levanta al anochecer, mata a gente pobre e indefensa, y por la noche se convierte en ladrón.
15 El adúltero espera a que llegue la noche, dice: “Nadie me verá”, y se cubre la cara.
16 Se mete en las casas por la noche, y se encierra en su casa durante el día, y nunca ve la luz.
17 La mañana le incomoda; no le teme a la noche más oscura.