29 Nunca me alegré de la ruina de mis enemigos ni me burlé de sus sufrimientos.
30 Jamás me permití hablar mal de mis enemigos ni desearles la muerte.
31 La gente de mi casa decía: “No hay nadie que haya quedado insatisfecho con la carne que Job le ha dado”.
32 El que ha llegado de otra parte no tuvo que dormir en la calle; yo abría mis puertas al viajero.
33 Nunca he tratado de ocultar mi pecado como hace la gente. Tampoco he mantenido mis faltas en secreto,
34 por temor a una gran multitud o por miedo a lo que mis familiares pudieran decir, y me tocara guardar silencio y no salir de mi carpa.
35 »¿Quién hiciera posible que alguien me escuchara? Aquí está mi defensa, que el Todopoderoso me responda. Que mi oponente escriba en un documento sus acusaciones.