1-2 Estimados hermanos de la iglesia de Dios que está en Corinto: Dios los ha hecho santos por medio de Jesucristo. Él los ha llamado a ser su pueblo santo junto con todos los que, en todas partes, confían en el Señor Jesucristo, quien es Señor de ellos y también nuestro. Un cordial saludo de parte de Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y de parte de Sóstenes, nuestro hermano en Cristo.
3 Que el generoso amor y la paz de Dios nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo estén siempre con ustedes.
4 Siempre le doy gracias a mi Dios por ustedes, por el generoso amor que les ha dado por medio de Jesucristo.
5 Porque por medio de él, Dios les ha dado toda una riqueza espiritual para hablar y para tener conocimiento.
6 El testimonio de Cristo ha sido confirmado en ustedes.
7 Como resultado, ustedes tienen todos los dones de Dios mientras esperan el regreso de nuestro Señor Jesucristo.
8 Él los fortalecerá hasta el final para que el día en que regrese nuestro Señor Jesucristo sean encontrados sin ninguna culpa.
9 Dios siempre cumple sus promesas, y él es quien los ha llamado a compartir la vida con su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
10 Hermanos, les pido en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que se pongan de acuerdo unos con otros para que no haya divisiones entre ustedes. Les pido que se unan nuevamente en torno a las mismas ideas y los mismos propósitos.
11 Les digo esto porque algunos de la familia de Cloé me han contado que hay discordias entre ustedes.
12 Es decir que algunos de ustedes dicen: «Yo sigo a Pablo»; otros: «Yo sigo a Apolos»; otros: «Yo sigo a Pedro»; y otros: «Yo sigo a Cristo».
13 ¿Es que Cristo está dividido? ¿Acaso Pablo fue crucificado por ustedes? ¿Fueron ustedes bautizados en el nombre de Pablo?
14 Agradezco a Dios que la mayoría de ustedes no fueron bautizados por mí, excepto Crispo y Gayo.
15 Así nadie puede decir que ustedes fueron bautizados en mi nombre.
16 Bauticé a la familia de Estéfanas, pero no recuerdo si bauticé a alguien más.
17 Cristo no me ha enviado a bautizar, sino a anunciar la buena noticia de salvación, y no con palabras de sabiduría, para que la cruz de Cristo no pierda su poder.
18 El mensaje de la cruz parece una tontería para aquellos que están perdidos; pero para los que estamos siendo salvados es el poder de Dios.
19 Como está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios, y confundiré el entendimiento de los inteligentes».
20 ¿En qué queda el filósofo? ¿Cómo queda el experto en la Escritura? ¿Dónde está el intelectual que discute sobre asuntos de este mundo? Dios ha convertido en tontería la sabiduría de este mundo.
21 El mundo en su propia sabiduría, no conoció a Dios. Así que, Dios en su propia sabiduría, prefirió salvar a los que creen por medio de la tontería del mensaje que anunciamos.
22 Los judíos buscan milagros mientras los griegos buscan sabiduría;
23 pero nosotros anunciamos a Cristo crucificado. Este mensaje resulta ofensivo para los judíos y les parece una tontería a los que no son judíos,
24 pero para los que han sido llamados por Dios, judíos o no, este mensaje es poder y sabiduría de Dios.
25 Pues la tontería de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres.
26 Ahora, fíjense hermanos: según las normas humanas, no hay entre ustedes muchos sabios, tampoco muchos que tengan influencias, ni que pertenezcan a familias importantes. Pero a pesar de todo, Dios los ha llamado.
27 Pero Dios prefirió usar las tonterías de este mundo para avergonzar a los sabios, y prefirió usar a los débiles de este mundo para avergonzar a los poderosos.
28 Dios prefirió lo que el mundo cree que no es importante, lo que desprecia y lo que no significa nada. Prefirió todo eso para destruir lo que el mundo cree que es importante.
29 Dios hizo esto para que nadie pueda alabarse a sí mismo delante de él.
30 Por medio de él, ustedes pertenecen a Jesucristo, quien se ha convertido en la sabiduría de Dios para nosotros. Por medio de Cristo, Dios nos aprueba, nos libra del pecado y nos santifica.
31 Así que como está escrito: «Si alguien alaba algo, que alabe lo que el Señor ha hecho».