11 El rey mandó llamar al sacerdote Ajimélec, el hijo de Ajitub, y a todos sus familiares, sacerdotes en Nob. Cuando todos llegaron ante el rey,
12 Saúl dijo:— Escúchame, hijo de Ajitub.Él respondió:— Aquí me tienes, majestad.
13 Saúl le preguntó:— ¿Por qué tú y el hijo de Jesé habéis conspirado contra mí? Tú le has dado pan y una espada y has consultado al Señor por él, para que se subleve y atente contra mí, como sucede ahora.
14 Ajimélec respondió al rey:— Entre todos tus servidores no hay ninguno tan leal como David, que además es yerno del rey, jefe de tu guardia y tratado con honores en tu palacio.
15 Y tampoco aquella fue la primera vez que consulté a Dios por él. ¡Lejos de mí ofender al rey! Por tanto, que el rey no acuse a su siervo ni a toda su familia, porque tu siervo no sabía absolutamente nada de todo este asunto.
16 El rey le dijo:— Te aseguro, Ajimélec, que tú y toda tu familia vais a morir.
17 Luego dijo a los de su guardia personal:— Acercaos y matad a los sacerdotes del Señor, porque también ellos han ayudado a David: sabían que estaba huyendo y no me lo hicieron saber.Pero los servidores del rey no se atrevieron a poner sus manos sobre los sacerdotes del Señor.