7 Y ahora toda la familia se me ha enfrentado, exigiendo que les entregue al fratricida, para darle muerte, vengar a su hermano asesinado y acabar también con el único heredero. Así apagarán el rescoldo que me queda y dejarán a mi marido sin apellido ni descendencia sobre la tierra.
8 El rey le dijo a la mujer:— Vete a casa, que yo solucionaré tu problema.
9 La mujer de Tecoa insistió:— Majestad, yo y mi familia somos los responsables; el rey y su trono no tienen culpa.
10 El rey le dijo:— Si alguien te dice algo, me lo traes, que no te volverá a molestar.
11 Ella le dijo:— Su majestad pida a Dios que el defensor de la sangre* no aumente las desgracias, acabando con mi hijo.Él afirmó:— ¡Vive Dios, que nadie tocará ni un pelo de tu hijo!
12 La mujer insistió:— Permita su majestad que su servidora añada algo más.El rey le dijo:— Habla.
13 La mujer dijo:— ¿Por qué, entonces, proyectas hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Tus mismas palabras te acusan, majestad, por no dejar volver a tu desterrado.