38 Déjame que regrese a morir en mi ciudad, junto a la sepultura de mis padres, y que tu servidor Quimeán siga con mi señor, el rey, y lo trate como le parezca mejor.
39 El rey dijo:— Está bien. Que venga conmigo Quimeán y yo lo trataré como mejor te parezca, pues yo haré por ti todo lo que desees.
40 Toda la gente cruzó el Jordán y el rey también cruzó. Luego el rey abrazó a Barzilay, lo bendijo y él regresó a su tierra.
41 El rey siguió hasta Guilgal y Quimeán iba con él. Todo Judá y la mitad de Israel acompañaban al rey.
42 Entonces todos los israelitas vinieron a decir al rey:— ¿Cómo es que nuestros hermanos de Judá te han acaparado, ayudando a cruzar el Jordán al rey, a su familia y a toda su gente?
43 Todos los de Judá respondieron a los de Israel:— Porque el rey es pariente nuestro. Pero, ¿por qué os enfadáis así? ¿Acaso hemos comido a costa del rey o hemos sacado algún provecho?
44 Pero los de Israel replicaron a los de Judá:— Nosotros tenemos diez partes en el rey y más derechos que vosotros sobre David. ¿Por qué nos habéis despreciado? ¿Acaso no salió de nosotros la inicitiva de restablecer a nuestro rey?Entonces los de Judá respondieron con palabras aún más duras que los de Israel.