8 Así que, decídete y sal a animar a los soldados; pues te juro por Dios que si no sales ahora, no quedará nadie contigo esta noche; y esta será la peor de todas las desgracias que te hayan sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.
9 Entonces el rey se levantó, se sentó en la puerta y avisaron a la tropa:— El rey está sentado en la puerta.Y toda la tropa se presentó ante el rey.Los israelitas habían huido a sus tiendas,
10 y en todas las tribus de Israel la gente discutía, diciendo:— El rey nos ha salvado de todos nuestros enemigos y nos ha librado de los filisteos. Pero ha tenido que abandonar el país por culpa de Absalón.
11 Y Absalón, al que habíamos ungido como jefe, ha muerto en la batalla. Entonces, ¿a qué esperáis para restablecer al rey?
12 Cuando los comentarios de Israel llegaron a oídos del rey, él mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar:— Decid a los ancianos de Judá: “¿Por qué vais a ser los últimos en restablecer al rey en su palacio?
13 Vosotros sois mis hermanos de sangre, ¿seréis los últimos en restablecer al rey?”.
14 Y a Amasá le diréis: “Tú eres mi pariente. Que Dios me castigue si no te nombro general vitalicio del ejército en sustitución de Joab”.