1 Santiago, servidor de Dios y de Jesucristo, el Señor, saluda a todos los miembros del pueblo de Dios dispersos por el mundo.
2 Alegraos profundamente, hermanos míos, cuando os sintáis cercados por toda clase de dificultades.
3 Es señal de que vuestra fe, al pasar por el crisol de la prueba, está dando frutos de perseverancia.
4 Pero es preciso que la perseverancia lleve a feliz término su empeño, para que seáis perfectos, cabales e intachables.
5 Si alguno de vosotros anda escaso de sabiduría, pídasela a Dios, que reparte a todos con largueza y sin echarlo en cara, y él se la dará.
6 Pero debe pedirla confiadamente, sin dudar, pues quien duda se parece a las olas del mar, que van y vienen agitadas por el viento.