5 Pues no dice en vano la Escritura: “Dios ama celosamente al espíritu que puso en nosotros”.
6 Aunque su benevolencia es siempre mayor, y por eso dice también la Escritura: Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes.
7 Someteos, pues, a Dios y resistid al diablo, que no tendrá más remedio que huir.
8 Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. ¡Limpiad vuestras manos, pecadores! ¡Purificad vuestros corazones, los que os portáis con doblez!
9 Reconoced vuestra miseria; llorad y lamentaos: que la risa se os convierta en llanto, y en tristeza la alegría.
10 Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.
11 Hermanos, no habléis mal unos de otros. Quien critica a su hermano o se erige en su juez, está criticando y juzgando a la ley. Y si juzgas a la ley, no eres su cumplidor, sino su juez.